lunes, 30 de julio de 2007

Entre las páginas

Indudablemente, más allá, de un disfraz y el artificio
existen amores de última página
que sobrevienen
que se despliegan
se desandan
desprecian
y basta un silencio, juez,
firme (inconciente) para que se llore a la risa
se prostituya el luto y resucite el impulso….


hay amores que sobreviven, a punta de letra.
de pausa –sorda- y coma.
una arritmia, desventurada herida, y sobreviven
son punto y coma, y prosiguen
y del tropiezo, la sonrisa
un regreso
o los 3 ( . ) suspensivos.

Lo que algunos consideran académicamente como filosofía…


… es la historia del pensamiento de un pueblo.(quizás deba corregir la palabra pueblo y colocar en su lugar la palabra raza.)(Si vemos a los griegos y a los alemanes (en una consideración generalizada) como distintos pueblos, entonces es acertada la palabra pueblo; pero, si vemos a ambos como blancos y si para mí todos los blancos son lo mismo, entonces es correcto en su lugar colocar en su uso la palabra raza)(es tan idiota como hablar de filosofía negra o historia de la filosofía negra, no por lo de filosofía, sino por lo de “negra” (como puede ser idiota hablar de filosofía blanca) (o filosofía india). En tal caso, en casos de delimitaciones raciales más podríamos hablar de genes.Realmente lo que conocemos (académicamente) como filosofía (algunos), es en realidad, el tipo de filosofía blanca - (también conocidos por algunos como “los tipos esos que necesitaron anotar”).Algunos enseñan y no escriben, pero enseñan - (a veces llegamos a la consideración que enseñar escribiendo es desconsiderar la existencia del alma) – y enseñan filosofía, filosóficamente, hablando - (de la manera más hermosa: hablándole a!) – Ello no impide que, debido a la globalización, a la mezcla, al acceso a lo que es el tuétano de una cultura antipática, no tomen los libros de lo que académicamente hablando consideramos (o se considera) como filosofía y que éste sea material de curiosidades ( y quizás hasta de disfrute… pero a la mierda entonces con los saboteadores académicos y su loca obsesión por el lenguaje, en donde alguien en desde su modo propio deba utilizar la palabra impuesta por otro que en un tratado de varias páginas demostró que… la palabra exacta para tal caso es X y no Z, por ejemplo (que cualquier comunicación posible hace casi imposible…. O ¿Más posible…?... ), como indiqué hace un poco antes: la filosofía blanca es material de diversiones.… Tipos locos que no encontraron al Alguien.

sábado, 16 de junio de 2007

Hembras



A ellos les gustan las mujeres, descalzas, de húmedos labios, de manos sin domesticar. Potras cínicas que arrastran dolores de amores pasados, que mueren por una boca cargada de lujuria, esas en las que “el qué dirán” lo dejan en los tacones.Les gustan, porque saben que no las compran con champagne, ni con palabras frívolas, que hace falta decir, sin decir, tocar sin tocar, y aún así, lograr colgarse de sus tobillos por largo tiempo. Que sin ser una cualquiera, les dé la dosis exacta de misterio, paranoia en espiral, o un aroma que no desaparecerá del cuello de sus camisas. Así, que balancean el desenfreno y la ternura al mismo ritmo, que no se abraza a las dudas ni gusta de los perplejos, que precisa de la santidad tanto como del pecado, de la fiebre que producen unos brazos, del sudor sin medida exacta en el momento preciso.Les gustan así, que quieren cuando, como y porque es debido, que no se matan si se van, que tienen dedos que gritan y que son capaces de pagar un taxi y decir adiós sin dejar un rastro.Estas, que enfrentan lo que se enfrente, que no se avergüenzan de ser eco en su propia ausencia, que no esconden la vida bajo el colchón. .
Que abusan de sus caprichos, que leen a la Pizarnik, Cortázar y a Benedetti con la misma vehemencia, que desprecian la posesión por una firma, que creen en la locura igual que en la prosa enfurecida. De estas que nunca se confiesan, que odian el automatismo y lo doméstico, que conocen de la hipocresía del aniversario de bodas, que son indignas a los ojos de las señoras, que como ellas, una vez creyeron en lo eterno, que se enamoran, que no tienen dueño y que abusan del vino, el salmón y el paté cuando los prepara otro.A ellos, les gustan así, con una montaña rusa en sus rodillas, que inevitablemente, y por gravedad, llegará hasta su ombligo de la misma forma que se suceden las notas musicales de una pieza de Jazz.Así les agradan, haciéndoles creer que pueden mentirles, que subestiman su inteligencia, y como yo, quien suscribe, que vuelan sin alas y excavan sin ser reptiles, cuya mirada hace curvas en el aire antes de verles lejanas, descalzas y vencidas.

Decreto


Los amantes se devoran en corto tiempo como fruta madura que pronto ha de dañarse. Podría llevarlos cuando quiero, donde quiero y, porque no soy una mujer parrilla, pedazo de carne inerte que se condimenta y se come solo por el placer de sentir su sabor y luego se olvida de inmediato, yo elijo qué bocado es agradable a mi paladar, así como determino el mejor momento para desechar lo que ya no me interesa ingerir. Contrariamente a lo que les hago pensar, yo uso lo que me conviene hasta que funciona según mis requerimientos. Puedo mostrarme postrada y derretida e igualmente determinante en la decisión de abandonar cualquier relación que me traiga sustracción de gozo y adición de horas inútiles que nada me dejen.Así pues, el que no está, obviamente no hace falta ni despierta mi interés y, aunque vuelvan a sonar las notas de seducción en mis oídos, evalúo las ventajas que podría traerme cualquier retorno.Amores de un día, fugaz efervescencia... a esos, los escojo con pinzas, cerrando los ojos sin dejarme atravesar la mirada, sin que se haga transparente algún vestigio de sentimiento, porque ciertamente no lo hay.A los amores les dedico un rato más, acaricio las fibras y, en ese acto voy descubriendo esencia e intención y, aunque pueda parecer mujer herida, , no me sorprende ya encontrarme con reptiles audaces que, por creerse tan machos, sostienen sobre sus hombros la carga de mil amores de un día que solo llenan una hora de pensamiento solitario.Puedo afirmar entonces que no soy mejor que ninguna, porque a nadie me parezco. Tampoco peor que alguna porque lo que hago sentir es superior a cualquier comparación. Admito y confirmo que solo soy diferente y que no habrá otra como yo, ni mejor ni peor tampoco. Acepto que me llena una gran dosis de ternura, romanticismo y sensibilidad y que, eso sí, las mezclo y las coloco por completo en cada acto de amor que viva, efímero o un poco más largo, porque eternos no habrá ninguno. Por todo esto, me jacto de pensar que siempre soy la culpable, porque lucho contra el ser un depósito de fluidos salvo cuando yo misma lo decida así. Yo otorgo el privilegio de poner el corazón en su momento y sé cuando dejar libre una presa, cuando de ellas se trata. Para nada puedo asegurar ser una mujer fatal que se lamente de vivir tales experiencias. Al contrario, me crecen y me hacen más fuerte. Y bajo la apariencia sutil y enamorada, puedo ocultar mucha suspicacia y desconfianza, las que nunca muestro. Escribo para cada uno de ellos y todos se creen dueños y así les permito fantasear con esa sensación masculina de sentirse todo poderosos y absolutamente amos de un cuerpo y una mente que nunca será de nadie. Sin embargo, lo mismo sirve un escrito para uno, para otro, para el que se fue o el que llega y con un silencio seductor les dejo pensar que son únicas inspiraciones de mis cosechas. Pobre de aquel que se crea el mejor, el amante perfecto, pues ése precisamente, está por llegar y siempre le estoy esperando y, cuando sea así, no necesitaré decirlo porque se sabrá.Buenos lechos abundan, sutiles experiencias a quienes les dedico algo más de mi tiempo según valga la pena lo que me hagan sentir. Pero no por buenos me harán sentir jamás objeto de vitrina ni trozo de carne disponible al más hambriento. Mantengo que soy solo piel y solo puedo amar y hacerme amar de este modo sin prejuicios, tal vez, sin posesión alguna que me oprima o me encadena, pero, antes de sentirme semejante pedazo de mujer que no dejará una huella, recojo lai dignidad que me diferencia del resto y me retiro tan erguida y dueña de mis sensaciones como llegué invadiendo espacios y corazones. Porque... el mejor de los amantes, que cubre todos los renglones y aún así permanece...ese no existe. Existe el instinto, a veces salvaje y primitivo, el vaciado... y una mujer como yo, jamás será un depósito de un artificio por fabuloso que éste se crea.Soy piel y poesía y lo ratifico y así quiero ser recordada. He dicho.

Estrellas de chocolate


Amo la noche para escribir es buena acompañante. Estoy tratando de escribir alguna estupidez insignificante, algo sin mucho sentido. Me encanta cuando las cosas no tienen sentido porque se vuelven interesantes. Tantos temas fútiles que navegan sin rumbo en mi entorno cerebral, cosas insignificantes tal vez –para algunos- pero que no les dejo de dar la importancia debida, ya que siempre resulta que lo más trivial se vuelve el centro de todo, entonces se podría deducir sin mucho esfuerzo que lo trivial no termina siendo tan nulo porque causa algún efecto (Ley Universal) en esa ecuación sin respuesta a la que llamamos: cotidianidad.Me olvidé un poco de algunas formas básicas de la sintaxis en mi manera de escribir, porque este escrito será la excepción a los versos y a las rimas a los que acostumbro -y me gusta lo confieso-pero voy a variar un poco, no es sólo escritor aquel que sabe cuando acentuar las palabras o aquel que busca durante horas la palabra más rebuscada para expresar algo simple. Quiero hablar de tantas cosas, no quiero caer en lo viejo, no quiero hablar del amor que no llega, de la tristeza que se resiste o del dolor incurable, no deseo profundizar en esos temas, es más de lo mismo. A la gente le gusta hablar de lo que le falta, de lo que no tienen pero tal vez hacen muy poco por obtener lo que desean. Yo ésta vez preferiría hablar sobre mis estrellas de chocolate, no las tengo aún pero voy por ellas.¿De qué sabor serán las estrellas? Las estrellas no tienen sabor dirán algunos, pero ¿Cómo lo saben?, ¿Ya fueron a las estrellas, algunas vez se han parado si quiera en una? No sé, ni me importa tampoco. Sólo puedo decir que en Mi Mundo esas cosas brillantosas que vagan durante la noche tienen el sabor de mis sueños y de mis ilusiones, mis estrellas saben a chocolate. No faltará algún idiota que salga con una explicación científica que impugne mi idea y dirá -Están compuestas de vapor de hierro y de... bla-bla-bla. Y podré aplaudirle su fabulosa explicación escudriñada pero entonces le diré que en su mundo saben a eso (Vapor de hierro), pero en el mío saben mucho mejor, saben a chocolate, además jamás ví o escuché a ningún científico hablar sobre los compuestos del alma pero para ellos no existe tal cosa, así que tampoco espero oírlos hablar sobre las estrellas y sus sabores. Un día echada en mi cama sumergida en mi imaginación ociosa me puse a pensar ¿De qué sabor serán las estrellas? yo misma me sorprendí de la pregunta, pero más me sorprendí con la respuesta. Son de Chocolate -me dije yo misma- y así di comienzo a un monólogo interior muy sugestivo e interesante. Las estrellas son del sabor que decidas, el que más te guste -continué- el sabor de una ilusión, de un sueño lejano, nada es imposible y si mis estrellas tienen sabor, mis sueños y mis ilusiones también deberían, y ya decidí que todos tendrán sabor a victoria, a la victoria y la conquista de haberlos realizado y por muy lejos que estos se encuentren –en espacio de tiempo- pienso probar cada una de mis ilusiones y comérmelas todas. Las estrellas están lejos pero sé el sabor de cada una de ellas, entonces por qué no decir que mis sueños saben a conquista, aunque todavía no haya llegado a la meta. Supongo que confirmaré el sabor de mis sueños estelares justo cuando bese los labios de un hombre bueno frente al altar, cuando halle la felicidad en una rutina de trabajo y cuando vea sonreír a mis hijos. Estoy segura que algún día probaré y me comeré esos pegostitos brillantes y fúlgidos que sólo se ven en la oscuridad y eso será cuando realice mis sueños y justo cuando reconozca el sabor de la victoria y de la conquista en mis papilas gustativas, justo en ese momento habré comprobado que las estrellas saben a chocolate.“Los sueños son estrellas lejanas que se pueden alcanzar”